".. Un gato seguía a Delia. Sin saber si era cariño o dominación, le andaba cerca sin que ella lo mirara. Mario notó una vez que un perro se apartaba cuando Delia iba a acariciarlo. Ella lo llamó y el perro vino manso, tal vez contento, hasta sus dedos. La madre decía que Delia había jugado con arañas cuando era chiquita. Todos se asombraban, hasta Mario les tenía un poco de miedo. Y las mariposas venían a su pelo - Mario vio dos en una sola tarde, en San isidro - pero Delia las ahuyentaba con un gesto liviano."

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