"Poco después, cuando el carpintero le tomaba las medidas para el ataúd, vieron a través de la ventana que estaba cayendo una lluvia de minúsculas flores amarillas. Cayeron toda la noche sobre el pueblo en una tormenta silenciosa, y cubrieron techos y atascaron las puertas, y sofocaron a los animales que durmieron a la intemperie. Tantas flores cayeron del cielo, que la calles amanecieron tapizadas por una colcha compacta, y tuvieron que despejarlas con palas y rastrillos para que pudiera pasar el entierro."
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